lunes, 24 de febrero de 2014

Diamantes

Desde México


Publicado el 24 de febrero de 2014, en la sección Imagen del Diario de Yucatán.

Jorge Luis Hidalgo Castellanos
             
En febrero (¿en qué otro mes?), en un apartado y sencillo lugar de México como hay muchos, comenzó un capítulo de la historia de una familia y de una región, gracias al amor y la dedicación de sus principales protagonistas, quienes se conocieron en un baile.

Ese año inició casi en fin de semana, un viernes, como anticipando que el Presidente de la República decretaría la desaparición de poderes en el estado de Guerrero, donde vivía la pareja, pero la decisión política no hizo menguar la voluntad y menos el amor de los jóvenes, que coincidió con el nacimiento, en ese mismo mes pero en EE UU, de quien sería un reconocido artista internacional.

Con la ayuda de su amigo el padre Gregorio, él, había pedido la mano de Mari, pocas semanas antes. Se trataba de evitar que su enérgico y celoso padre la enviara a un internado en la capital de otro estado y obviamente, perderla, quizá para siempre. Cómo Frida Kahlo en ese año, cuando se le fue a México.

La boda fue temprano para poder salir a tiempo de la cañada ubicada entre las montañas del sur, a bordo de una pequeña aeronave al mediodía, rumbo a la ciudad de México. La luna de miel sería en Guadalajara, en el año en que John Ronald Reuel Tolkien publicó los dos primeros libros de la saga de “El señor de los anillos” (“la comunidad del anillo”, en el primer semestre y “las dos torres”, en el segundo).

En esos días aún nadie se imaginaba que en julio Alemania ganaría su primer mundial de Fútbol, en Suiza, al vencer a la favorita selección húngara. Quizá el casamiento era premonitorio, pues a él, trabajador incansable, le decían cariñosamente “el húngaro” debido a su oficio. Menos todavía podía preverse que en Brasil, al cual la pareja se uniría familiarmente por partida doble -por las bodas de sus hijos décadas después- se conocería el suicidio de su presidente, Getulio Vargas, el 24 de agosto y que cuatro días después se fundaría el Club de Fútbol Universidad de México -los Pumas- en la que los cinco hijos del matrimonio estudiarían diversas carreras.

Los quince primeros años, con las correspondientes vicisitudes, le dieron a la pareja tres retoños, un empleo federal a él, liderazgo en su pueblo a ella y un negocio establecido a la familia: un cine. Él había llevado ya cientos de películas a las montañas con su cine ambulante, al estilo gitano y manejando un yip todo terreno. Finalmente tenía un salón para exhibirlas y viajaría menos.  

Festejaron sus bodas de plata en 1979 con una fiesta en su casa, al lado del cine -en el que trabajaba toda la familia- y con todos los hijos celebrando con baile. Una semana antes Jimmy Carter había estado en México y más tarde el Sha de Irán y Somoza en Nicaragua huirían de sus respectivos países. Al año siguiente, el 24 de octubre un terremoto destruyó el 80% de los pueblos de su región, incluyendo el cine, el negocio familiar. Parecía la ruina.

Tres años después, en febrero también, el cine abrió sus puertas con un nuevo salón construido bajo el diseño, la dirección y las manos del hijo mayor, ya ingeniero a la sazón. Deudas, compromisos, esperanza y fe dieron el “clack” de la pizarra para el siguiente episodio de la saga, con la exhibición de “Sin miedo a la muerte” estelarizada por Clint Eastwood. Sonaba a su lema, puesto que él nunca sentía temor y jamás reclamaba. Renacía el negocio y el único entretenimiento para todo público en esa cañada olvidada.

Otro mundial de fútbol, en 1986, terminaría con la bonanza del cine, cuando las antenas parabólicas aparecieron en los pueblos para ver los partidos y las videocaseteras caseras para disfrutar las películas. El cine decayó una vez más, herido de muerte. Los siguientes veinte febreros fueron conmemorados discretamente, unidos en familia.

La madura pareja continuó, apoyándose en ella, profesora de una secundaria pública. Afortunadamente ya no había hijos pequeños y éstos se ayudaban entre ellos. El 40º aniversario de casados estaría precedido de un levantamiento zapatista en el sur profundo, con el subcomandante Marcos al frente y resistiría una crisis económica en su país provocada por el “error de diciembre”. Las bodas de Oro llegaron y pasaron casi sin sentirse, como el primer año de casados, pero con cuatro hijos viviendo lejos de ellos y un negocio que no lo era más.   

Un mal día él, que era tan fuerte como un roble y nunca se quejó, sufrió un infarto cerebral. Pronto ella se jubiló, con diabetes y algún otro achaque, para dedicarse enteramente a él, bajo los cuidados de sus hijos.

Juntos, siempre unidos, recuerdan frecuentemente a 1954, el año en el que Elvis Presley grabó su primer disco, semanas antes de su boda en Guerrero, celebrada pocos días después de que John Travolta, viera la luz en Nueva Jersey. La pareja cumple ahora sesenta años de vida en común, en los que han vivido alegrías, congojas, sorpresas, enfermedades, abundancia, pobreza, limitaciones, bienestar y muchos obstáculos, casi de todo. Pero sobre todo, amor.

Ella, amena y platicadora, le prodiga mimos diariamente, como desde hace seis décadas, independientemente de la suerte. Él, señorial y de vivos ojos pese a haber tenido otros derrames que lo debilitaron, todavía sonríe al verla y le balbucea “Preciosa” cuando los músculos de sus labios lo permiten. Conmemoran así, este 27 de febrero, juntos como siempre, sus Bodas de Diamante. ¡Lo festejan en familia! aunque él se excuse de bailar.

El pueblito donde se casaron hace sesenta años recuerda, asimismo, a la pareja “de cine” que le dio vida a una familia, a la cañada y a una parte de la propia historia de ésta, en un recóndito lugar en las agrestes y atrayentes montañas del sur de México.H


Copyright 2014.  Hidalgo© Texto.     prisionesrosan los 'es, hoces, radones, hoces, palos o tubos se imaginaban que habia fiesta.Todo arios los obligaban a cavar, gr

lunes, 10 de febrero de 2014

Centro

Desde México

Publicado el lunes 10 de febrero de 2014, en la sección Imagen del Diario de Yucatán.

Jorge Luis Hidalgo Castellanos
                

Caminar en el centro de la capital mexicana es una experiencia. Lo era hace 600 años con los mexicas o hace cuatro siglos en la época virreinal española. Doscientos años atrás, en los albores de la independencia y seguramente lo fue en la efervescencia revolucionaria de la segunda década del siglo XX. Deambular por esa parte de la ciudad de México hace cincuenta años no era cualquier cosa y en la actualidad su actividad siempre sorprende, para bien o para mal. Así lo ha sido a lo largo del tiempo.

La cotidianeidad de vivir o trabajar en el centro de la metrópoli mexicana –entre los ejes 1 oriente, 1 poniente, 1 norte y Av. Chapultepec, en el sur-  podría hacer que varias cosas pasen desapercibidas, entre ellas la arquitectura de sus edificios, entre los que se cuentan palacios, templos, museos, teatros, comercios, mercados, plazas y parques, cantinas, restaurantes y taquerías, oficinas -gubernamentales y privadas-. El bullicio y la velocidad de la vida urbana a veces no permiten siquiera ver hacia arriba para conocer y reconocer la belleza de las construcciones. La prisa y las preocupaciones de los citadinos impiden notar el detalle de los zaguanes y pórticos de las vetustas edificaciones o incluso de algunos modernos o recientemente erigidos edificios. Se va a lo que se va.

Las calles, estrechas, adoquinadas y caóticas -algunas- muestran
tantas cosas que es imposible ver todo lo que en ellas pasa. Puede verse a  vendedores, merolicos, transeúntes y “transas”, policías y ladrones, parejas de novios -incluso del mismo sexo-, acróbatas, payasos, abogados, cantantes y músicos, poetas, darkies y punkies, políticos, ejecutivos, banqueros y diplomáticos. Todos juntos, sin que ellos mismos se vean, en una muchedumbre inagotable y agitada siempre.

Andar esas calles y detenerse de vez en cuando para contemplar el paisaje urbano y a su gente llena el “tour” de cualquier persona. Se puede encontrar casi de todo. Siendo niño o adolescente se le ve con ojos de curiosidad y para un adulto representa mucho en términos históricos, políticos, económicos e incluso religiosos. Allí está la mayor plaza de la nación, el Zócalo, al que algunos llaman la Plaza de la Constitución. En su flanco oriental se ubica el poder central, representado por el Palacio Nacional, sede del Presidente de la República, conocido también como el Poder Ejecutivo (no olvidar que en el centro también despachan varios secretarios de Estado). Y en el lado norte del zócalo está el mayor templo religioso mexicano, la catedral metropolitana, con el que solo podría competir la basílica de nuestra señora de Guadalupe. 

Caminar del zócalo hacia el poniente, por las aceras de la calle Cinco de Mayo, se desemboca al Palacio de Bellas Artes, al que se llega atravesando una gran avenida conocida por décadas como San Juan de Letrán, que corre de sur a norte y a la que la modernidad –y algún político inspirado- cambió el nombre por Eje Central Lázaro Cárdenas.

El Palacio de las Bellas Artes es la catedral artística del país,
con su arquitectura neoclásica europeizada, tiene museos, galerías y teatro que merece una descripción aparte. Desde su frontón puede verse -como evitarlo- lo que durante quince años,  a partir de 1956, fue el rascacielos más alto de América Latina y que por ello y por la aseguradora que lo financió lleva el nombre del subcontinente, la Torre Latinoamericana. Edificio de 204 m de altura que destaca en el primer cuadro de la ciudad de México. Prodigio de la ingeniería civil mexicana, la tecnología usada en ella ha demostrado en más de medio siglo que funciona, resistiendo al menos dos terremotos.

A un costado de Bellas Artes, continuando hacia el oeste, la Alameda Central es digna de visitarse. Recientemente remozada -después de décadas-, con sus jardines y añejos árboles saneados, conserva una atmósfera única que permite rememorar la historia, las tradiciones y los sabores de México. Es su parque central, con viejos álamos, fresnos y jacarandas cuyas sombras refrescan la primavera del altiplano mexicano, a los que desde noviembre de 2012 se añadieron lavandas que perfuman las esculturas grecolatinas, bancas, fuentes y quiosco que transportan a  quien la recorre a otro siglo. Fue establecida en 1592 por un virrey de la Nueva España y se le considera el parque más antiguo de América. Era, en el siglo XVII, el límite urbano occidental de la capital del virreinato. Su costado poniente servía como “quemadero” de la Inquisición novohispana. La Alameda Está rodeada de sitios históricos, como las iglesias de la Santa Vera Cruz, la de San Hipólito y la de San Juan o el Hotel de Cortés -el primero del continente-. El hemiciclo a Benito Juárez se destaca en su lado sur por la blancura del mármol de Carrara, lugar preferido de manifestantes sociales y políticos, a los que la estatua de Beethoven, donada por la comunidad alemana en 1921, observa sin escuchar quizá pensando en su “heroica” sinfonía.




Esto es solamente un breve y corto recorrido de parte de lo que puede verse en el centro de una de las ciudades más grandes y grandiosas del mundo, que los mexicanos tienen la fortuna de tener en su país. Falta, ciertamente, describir mucho de sus calles e incluir muchas muestras artísticas, histórica y cotidianas de esta parte de México. Al tiempo. 

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martes, 4 de febrero de 2014

Chipiloc

Desde México


Publicado el 3 de febrero de 2014 en la sección imagen del Diario de Yucatán.

Jorge Luis Hidalgo Castellanos
                
La fría mañana de los primeros días de enero contrastaba con la claridad que daban los rayos de un sol que golpeaba cálidamente los portales del pueblito, frente a la iglesia. El aroma de café se percibía en el ambiente y algunas voces decían algo, a primera oída, ininteligible. La pareja decidió entrar a la cafetería, sencilla y semivacía mientras esperaba a sus amigos. Habían quedado de encontrarlos ahí mismo. Después de revisar brevemente la carta pidieron un café latte y un cappuccino acompañado de pan caliente con nata fresca. El también pidió mantequilla.

Mientras esperaban, su conversación se centró, tras el vistazo del lugar al llegar, en cómo había cambiado el lugar en los últimos veinte años, cuando habían pasado por ahí. De ser un lugar pequeño y vecino de la capital del estado –a menos de 15 km– pasó a casi ser una colonia de la ciudad. Sin embargo, su población no sobrepasa los 5,000 habitantes y continua siendo eminentemente agropecuaria. Población conocida por criar vacas, producir leche y derivados lácteos de todo tipo, incluso con una marca propia reconocida a nivel nacional desde hace décadas, sin embargo su origen, su gente y tradiciones son poco conocidas en el país.

Ella comenzó diciendo que la nata y el capuchino le habían recordado Parma donde había pasado algunos días apenas unos años antes con Francesca, una amiga italiana. Él añadió que la gente del lugar había llegado originalmente en 1882, del norte de Italia, de una región del Véneto en las márgenes del río Piave que corre hacia el mar Adriático y que había sido afectada por las inundaciones.

–Llegaron más de 500 italianos en esa época y con arduo trabajo convirtieron en vergel esta zona de apenas 600 hectáreas. –Siguió narrando él, para añadir–. Eran terrenos que habían pertenecido a una hacienda ya abandonada, rodeada de varios pueblos autóctonos, favorecidos por el clima y el agua. No era muy diferente de su tierra original y tampoco se enfrentaron al trópico como en Brasil. La idea del gobierno era traer a muchas familias europeas, pero los problemas internos de la República evitaron mayor inmigración italiana.

La conversación en la mesa de al lado les llamó la atención. Era en un idioma que en principio sonaba a italiano, pero había palabras extrañas. Ella recordó que en la zona de Venecia, en las costas italianas del Adriático se habla un idioma local conocido como véneto, que incluso también usa todavía parte de la población de la antigua Dalmacia –ahora Eslovenia y Croacia–, frente a la península italiana. Y comentó:

–Se dice que esta gente ha conservado intacto el idioma de sus ancestros, como minoría étnica en este país. Parece ser que no deriva del italiano sino directamente del latín.

Después de sorber un trago de su café con leche, el hombre asintió.

–Así es. Y al parecer también se ha mantenido más original que en la propia Venecia. Me recuerda al idioma que hablan los menonitas que los distingue y a la vez los aísla. Bueno y otro rasgo similar es que son tan trabajadores cuanto ese grupo. Todos los días, desde temprano están laborando en sus granjas y en los campos de alfalfa.


–Sí. Son muy rutinarios y siguen siendo muy religiosos, ya ves la iglesia que está aquí enfrente, al pie del cerrito. –Agrego él-. Por otra parte se ve que los alimentos y la gastronomía son muy a la europea. ¿Leíste la carta? hay varios tipos de pasta, pizzas y hasta polenta. No en balde todos los restaurantes que pasamos tienen nombres italianos y deben ofrecer comida deliciosa.

–Ya me imagino. –dijo ella –. Si este pan y la nata están tan sabrosos no puedo esperar a comer un espagueti o una lasaña. Y los quesos, vi que hay ahumados, curados, frescos y…

Jorge Lavazzi detuvo su pick up frente a la iglesia y junto con Fabia Orlansino cruzó la calle. Entraron a la cafetería y saludaron.

–¡Buon Giorno! ¡Bienvenidos a Chipilo! –dijo alegremente Jorge con característico acento al ver a sus amigos –. ¿Qué tal el cafecito? 

La pareja sonrió asintiendo y se levantó para saludar a los recién llegados.

–Que puntuales son. Justo acabamos de terminar este excelente café estilo italiano. –Le respondió él–. O mejor dicho: chipileño.

–Pues vámonos, subiremos al Monte Grappa primero, el cerro que está aquí enfrente. Sí, se llama igual que el de Italia. Ahí el bisabuelo defendió con sus paisanos el pueblo. Derrotaron a los zapatistas que querían tomar la ex hacienda de Chipiloc, sus víveres y sus mujeres, precisamente en enero, pero de 1917. Fue un acto heroico en Puebla. Hay varios lugares que visitar en este pueblito y muchas cosas que contar además de comer. El día es precioso. ¡Qué gusto verlos amigos!


Copyright 2014.  Hidalgo© Texto & Fotos.     prisionesrosan los 'es, hoces, radones, hoces, palos o tubos se imaginaban que habia fiesta.Todo arios los obligaban a cavar, gr